Presencia y actuación del Primer Comando de la Capital (PCC) - Implicancias políticas y sociales  
Juan Alberto Martens Molas - pág. 59-75  
Articulo Original  
Presencia y actuación del Primer Comando de la Capital (PCC)  
Implicancias políticas y sociales  
Presence and actions of Primer Comando de la Capital (PCC).  
Political and Social Implications  
Primer Comando de la Capital (PCC) ñeime ha hembiapo. Mba’éichapa  
opoko política ha social rehe.  
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Juan Alberto Martens Molas  
INECIP-Universidad Nacional de Pilar/CONACYT  
Resumen  
La emboscada y muerte de Jorge Rafaat, en junio de 2016, en un céntrico  
barrio de Pedro Juan Caballero, en horario y día laborales, y el asalto a Prosegur,  
diez meses después, en Ciudad del Este, evidenciaron la presencia y capacidad de  
actuación del Primer Comando de la Capital (PCC), en Paraguay. Desde entonces,  
los aparatos de seguridad del país prestaron mayor atención a la facción, aunque  
sin estrategias específicas. De nuevo, en junio de 2019, conmocionó al país con el  
asesinato de diez miembros de un grupo rival en la cárcel de San Pedro, cinco de  
ellos, decapitados. A partir de estos antecedentes, este artículo describe y analiza  
las acciones del PCC en Paraguay, y sus implicancias políticas y sociales, a través  
de distintas estrategias etnográficas. Los hallazgos indican que al menos desde el  
2010 tiene un Proyecto Paraguay, con el que busca aumentar el volumen de sus  
transacciones y ganancias. Al mismo tiempo, fue incrementando su presencia en  
las penitenciarías por medio de la adhesión y bautizo a nuevos miembros, sacando  
Recibido: 13.08.19 Aceptado: 12.10.19  
Este artículo fue escrito en el marco del Programa de Vinculación de Científicos y Tecnólogos (PVCT18-388) y del Proyecto  
PINV15-151 “Desafíos al Desarrollo en Contextos de Grupos Armados”, financiados por el Consejo Nacional de Ciencias y  
Tecnologías (CONACYT), en el marco del Programa PROCIENCIA.  
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Director Ejecutivo del INECIP-Paraguay. Asunción, Paraguay. Email: j.martemo@gmail.com  
Doctor por la Universidad de Barcelona (UB). Máster en Criminología, Política Criminal y de Seguridad por la Universidad  
de Barcelona y en Garantismo Penal por la Universidad Nacional de Pilar (UNP). Investigador categorizado por el Consejo  
Nacional de Ciencias y Tecnologías (CONACYT). Director del INECIP-Paraguay. Profesor investigador de la Universidad  
Nacional de Pilar (UNP).  
Artículo de acceso abierto. Licencia Creative Commons 4.0.  
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provecho de los abusos y malas condiciones de reclusión que soportan los internos.  
De este modo, actualmente cuentan con integrantes en todas las cárceles masculinas  
y en algunas femeninas, desde donde dirigen sus negocios, e incluso, contribuyen al  
mantenimiento del orden interno de la prisión. La complejidad de su organización  
y estructura exigen que las intervenciones estatales tendientes a su desarticulación  
superen el abordaje estrictamente penal e incorpore enfoques criminológicos y  
sociales.  
Palabras clave: Inseguridad, crimen organizado, PCC  
Abstract  
Jorge Rafaat’s ambush and death, in June 2016, in the center of Pedro Juan  
Caballero city, in working day and time, and the Prosegur robbery, ten months after  
that event, in Ciudad del Este, highlighted the presence and performance capability  
of the PCC in Paraguay. Ever since then, the national security structure paid more  
attention to the criminal faction, nevertheless without specific strategies. Then, in  
June 2019, the assassination of ten members of a rival group in the penitentiary of San  
Pedro, shocked the country; five of them were beheaded. Against this background,  
the present study describes and analyses the PCC’s actions in Paraguay, together  
with their political and social implication, through diverse ethnographic strategies.  
The findings indicate that the criminal group runs since at least 2010 a sort of  
Project Paraguay, that seeks to enhance its transactions and profits volume. At the  
same time, the criminal organization increased its presence in prison facilities by  
recruiting new members, after taking advantage of the abuses and bad imprisonment  
conditions. In this way, the criminal organization currently count with members in  
every male prison and in some female prisons, from which they run their illegal  
business, and even contribute to the maintenance of the prison’s domestic order. The  
organization’s complexity and structure demand public intervention with a social  
and criminological approach, rather than just penal.  
Key words: Insecurity, organized crime, PCC  
Ñemombyky  
Upe junio 2016pe ojeity ñuhãme ha ojejuka Jorge Rafaat, peteĩ barrio opytáva  
Pedro Juan Caballero mbytetépe, peteĩ ára ha hora oñemba’apoha jave, ha upéi  
Prosegur ojeasalta, 10 jasyho haguépe, Ciudad del Este-pe, upérõ ojechauka ha  
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oñeñanduka mbarete pe Primer Comando Capital (PCC) ko Paraguáipe. Upete guive  
umi seguridakuéra ñangarekoha ko tetãmegua ojesareko ambue ko atýre, ndoikuaái  
ramo jepe mba’éichaitépa. Ipyahuetéva oiko jey upe junio 2019pe, heta oñerombyasy  
kuri 10 tapicha ojejuka ndaha’éi haguére ijaty peguakuéra, oikóva San Pedro pegua  
cárcelpe, umíva apytégui 5 oakã’oite voi. Ko’ã mba’e oiko va’ekuére ojehai ko  
kuatiañe’ẽ, omombe’úvo ha ohesa’ỹijo opaite mba’e ojapóva PCC Paraguáipe, ha  
mba’épa oguerukuaa hapykuéri política ha social ryepýpe opaichagua estrategia  
etnográfica rupive. Ojejuhu upe 2010 rupi guive oguerekoha hikuái peteĩ Proyecto  
Paraguay, ha péva rupive omongakuaa tuichave ijehekakuéra ha avei imba’erepy. Upe  
jave, hetahetave hikuái penitenciaría kuérape, oporomongarai voi umi oike ramóvape,  
oaprovecha hikuái hapicha jehasa asy vai heta tapicha oikóva ñembotypýpe. Kóva  
rupive, ko’ãgaramo guarã oguerekóma hikuái heseguakuéra oĩvéva cárcel-pe kuimba’e  
ha oĩma avei kuñáva, upete guive omongu’epa hikuái ijehekakuéra, ha sapy’ante katu  
omoirũ voi hikuái oĩ haguã orden cárcel ryepýpe. Hasyeterei rupi hesakã porãmba haguã  
mba’éichapa ijoaju ha iñemohenda kuéra tekotevẽterei estado ojesareko hesekuéra ikatu  
haguã omosarambi ha omokangy ichupekuéra, anivéma ohechánte ichupekuéra penal  
guivénte, tojehecháma katu ichupekuéra enfoque criminológio ha social javeve.  
Ñe’ẽ tee: Kyhyjépe jeiko, crimen organizado, PCC  
Introducción  
El impacto del crimen organizado en las dinámicas delictivas locales y  
regionales, asícomoenlasrelacionespolíticasysocialesdelascomunidadesypaíses;  
y la adopción de distintas medidas administrativas y legislativas con la intención de  
frenar su avance han sido temas recurrentes en la narrativa gubernamental paraguaya  
de los últimos años. Sin embargo, no existe una identificación, ni descripción  
precisas de los grupos que operan, los rubros que explotan, ni la determinación  
de los daños económicos, políticos y sociales que generan, por lo que las distintas  
medidas que se vienen adoptando no tienen una base empírica sólida y sus efectos  
no podrán ser medidos, ni cuantificados.  
A la par, algunos grupos criminales han ido demostrando su capacidad  
de acción y poder bélico realizando impunemente acciones que ha implicado la  
paralización de ciudades, capitales departamentales, inmovilizado o tomado toda  
una unidad policial, dejando al descubierto que las políticas anunciadas para  
controlarlos no les impide la concreción de sus objetivos. El Primer Comando de la  
Capital (PCC) sería uno de los más importantes.  
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El PCC se presentó al país el 15 de junio de 2016, con la ejecución de Jorge  
Rafaat Toumani, un capomafioso de frontera (ABC Color, 2016), que conforme a  
los informes de los organismos de seguridad, ejercía un monopolio de los negocios  
ilegales en Pedro Juan Caballero, una zona y ruta estratégicas para el ingreso de  
la marihuana, cocaína, cigarrillos, y otros productos al mercado brasileño. Rafaat  
cobraba una especie de impuesto, que rondaba el 5% del valor de la mercadería, a  
todos quienes operaban en la plaza comercial por él controlada, e incluso tenía la  
capacidad de vetar el ingreso de personas o mercancías. Llegó a prohibir la venta de  
cubiertas para automóviles, uno de sus rubros legales.  
En un operativo grande y caro, según el entonces intendente de la ciudad,  
José Carlos Acevedo (Acevedo, 2016), Rafaat fue emboscado un miércoles a las  
18:44, en la intersección de las calles Tte. Herrero y Elisa Lynch, frente al mercado  
municipal y en la esquina de un centro educativo. Su convoy de seguridad que  
incluía cuatro camionetas no pudo evitar su ejecución con un fusil 50, montado  
en una Toyota Fortuner, a pesar de movilizarse en una camioneta Hummer 250  
blindada en fábrica. Recibió al menos 120 disparos. Sus guardias no tardaron en  
abandonarlo tras el inicio de la balacera. A pesar de la hora y el lugar, no hubo  
víctimas fatales fuera de los atacados.  
Este atentado acaparó la atención pública por varios días y generó críticas a la  
política de seguridad. Enseguida se difundió que la muerte de Rafaat fue una acción  
conjunta entre varias facciones criminales locales e internacionales, como el PCC,  
el Comando Vermelho y Jarvis Jimenes Pavâo, entonces detenido en la Agrupación  
Especializada de la Policía Nacional (ABC Color, 2016) (Feltran, 2018). También  
demostró que “el crimen organizado tiene más poder de fuego y estructura que la  
propia Policía Nacional” (González, 2016), lamentó el entonces gobernador Pedro  
González.  
Diez meses después, en un atraco de película (Rivas Molina, 2017), al menos  
50 personas tomaron durante unos 30 minutos la segunda ciudad más importante del  
país, la fronteriza Ciudad del Este, y explotaron la bóveda de la empresa Prosegur,  
robando millones de dólares. “La dimensión del ataque alertó al otro lado de la  
frontera paraguaya. La Policía Federal de Brasil desplegó patrullas por tierra y una  
embarcación armadas por el Río Paraná, para evitar que los ladrones escapasen  
por agua, además de dos helicópteros. El gobierno argentino, en tanto, anunció  
un refuerzo de la frontera y ofreció ayuda policial” (Rivas Molina, 2017). Ningún  
involucrado fue detenido en territorio paraguayo, sino días después en Brasil. De  
nuevo, las autoridades policiales que debían intervenir se declararon incapaces de  
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enfrentar al crimen organizado y aguardaron que acabe atraco para reaccionar.  
En octubre de 2018, algunos de los que participaron del atraco a Prosegur en  
Ciudad del Este fueron condenados en Brasil hasta a 20 años de penitenciaría como  
partes del PCC por la justicia brasileña (RDN, 2018).  
En 2019, el PCC volvió a acaparar la atención con otros dos acontecimientos.  
Un motín en la Penitenciaría Regional de San Pedro, donde asesinaron a 10 internos  
de una facción rival, cinco de ellos decapitados, tres calcinados y los demás heridos  
mortalmente con armas blancas y de fuego, el 15 de junio; y unos días más tarde,  
el 7 de julio, el robo de la bóveda del Banco Visión, para lo cual dinamitaron las  
instalaciones del mismo. Previamente, un grupo había inmovilizado a los policías  
rodeando y disparando armas de grueso calibre contra la Comisaría local. Las  
autoridades policiales y el mismo ministro del interior negaron la participación del  
PCCenlaacción,perotuvieronquereconocerunosdíasmástarde.Lascaracterísticas  
y modos de realización de ataque coincidían con las del grupo paulista.  
Teniendo en cuenta estos antecedentes, este artículo tiene como objetivo  
caracterizar al Primer Comando de la Capital (PCC), describir su actuación y  
presencia en Paraguay, así como los impactos económicos, sociales y políticos que  
está generando en distintos niveles, a partir de distintas fuentes de información,  
aunque se ha priorizado la utilización de datos primarios buscando disminuir las  
incertidumbres e imprecisiones que implican los estudios criminológicos (Downes  
&
Rock, 2012).  
Delincuencia organizada transnacional  
En la literatura criminológica, según el énfasis de abordaje, es variada la  
denominación que reciben los grupos armados cuyo fin principal es el lucro, aunque  
para el derecho penal se encuadran en los términos de la Convención de Naciones  
Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, convertida en ley nacional  
Nº 2298, de 25 de noviembre de 2003, por la cual se aprobó este instrumento.  
De este modo, se considera grupo delictivo organizado a un “grupo  
estructurado de tres o más personas que exista durante cierto tiempo y que actúe  
concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos  
tipificados con arreglo a la presente Convención con miras a obtener, directa o  
indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material” (Art. 2,  
inc. 1, Ley Nº 2298, de 25 de noviembre de 2003).  
Conforme a esta legislación, la transnacionalidad guarda relación con la  
ocurrencia de uno de los siguientes cuatro supuestos, es decir, 1) que se cometa en  
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más de un estado; 2) se comete dentro de un solo estado, pero una parte substancial  
de su preparación, planificación, dirección o control se realiza en otro estado; 3)  
se comete dentro de un solo estado, pero entraña la participación de un grupo  
delictivo organizado que realiza actividades delictivas en más de un Estado; o d)  
se comete en un solo estado, pero tiene efectos sustanciales en otro Estado.  
En principio, este artículo toma la definición convencional para analizar  
las actividades del PCC ya que es el utilizado por los estados para la subsunción  
de sus actos. Adicionalmente, se busca discutir la suficiencia del mismo para  
encuadrar cada una de sus facetas, ya que algunos autores sostienen que “es un  
movimiento que apareció en el interior de las cárceles paulistas en los inicios de los  
años 90…” (Biondi, 2018), y que “las teorías del crimen organizado reconocidas  
en las universidades y academias de policías hasta el momento son insuficientes,  
para no decir equivocadas, para captar los modos de funcionamiento de la facción”  
(
Feltrán, 2018).  
Metodología  
Ciertamente, al tener esta investigación como objeto de estudio a un grupo  
secreto (Feltran, 2018), con el lucro como una de sus principales finalidades,  
a través de la comisión de delitos y crímenes (Christino & Tognolli, 2017), los  
desafíos metodológicos para el acceso a fuentes de información primarias se  
superaron gracias a los más de 15 años de trabajo ininterrumpido en el sistema  
penal y penitenciario paraguayo, con actividades de docencia, investigación y  
litigios estratégicos.  
De este modo, para el acceso a la información se utilizaron estrategias  
etnográficas, principalmente la observación participante y las entrevistas, lo que  
permitió el empleo de los cinco sentidos para la descripción de las situaciones  
experimentadas por el investigador (Kawulich, 2005). La primera permitió acceder  
a las “prácticas o “el hacer” que los agentes sociales despliegan en los “escenarios  
naturales” en que acontecen, en las situaciones ordinarias en que no son objeto de  
atención o reflexión por parte de estos agentes”; en tanto que con las entrevistas se  
captaron “el decir” de los agentes sobre sus prácticas (Josiles, 2018: 126).  
Las observaciones y trabajos de campo se realizaron en distintos escenarios  
institucionales y sociales, en Concepción, Horqueta, Yby Ya’u, Santa Rosa  
del Aguaray, Lima, Pedro Juan Caballero, Ciudad del Este, Saltos del Guairá,  
Encarnación, SanPedro, SantaníyAsunción, talescomoenpenitenciarías, ómnibus,  
bares, calles, sedes fiscales y judiciales, zonas de cultivos y comercialización  
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de productos ilícitos, que implicaron el desarrollo de miradas activas, memorias  
cada vez mejores, entrevistas informales, notas de campo detallados, y sobre todo,  
paciencia (DeWalt & DeWalt, 2002).  
A julio de 2019 fueron registradas 44 entrevistas a distintos actores de  
entre los cuales, 13 son presos o ex presos, algunos miembros o ex miembros del  
PCC; 5 directores de penitenciarías; 10 policías de inteligencia o investigación de  
delitos; 5 abogados; 5 periodistas; 6 fiscales y/o magistrados. Por criterio ético y  
de seguridad el cuaderno de campo solo registró a los entrevistados de manera  
genérica identificando su función y/o estatus, lugar en caso que no permita su  
individualización, y fecha de la entrevista, de acuerdo al siguiente patrón: Preso  
I, Concepción, 23 de febrero de 2019; Abogado II, Yby Ya’u, 14 de enero de 2019;  
Juez V, Pedro Juan Caballero, 1 de febrero de 2019. La publicación o difusión de  
cualquier información recogida se realiza seis meses después del registro. Un dato  
fue dado por cierto e incluido en la investigación tras la confirmación de dos fuentes  
inconexas.  
Al igual que otras investigaciones realizadas sobre grupos armados como el  
Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), “se consideró inaplicable, en algunos casos,  
por los riesgos que conllevaría, el consentimiento informado, tal como exigen  
algunas recomendaciones éticas de la etnografía tradicional, aunque determinados  
informantesclavesconocíandetalladamentelosalcancesdeltrabajo”(Martens, 2017:  
46). Sin embargo, en todos los casos se guardaron los cuidados éticos necesarios  
para evitar posturas que podrían ser consideradas propias de un “etnógrafo asaltante  
o etnógrafo indiferente” (Restrepo, 2015).  
La complejidad del tema de estudio de esta investigación, un grupo que tiene  
entre sus objetivos la comisión de delitos y crímenes, algunos de los cuales incluyen  
la utilización de la violencia expresiva, a la vez que determina las estrategias  
metodológicas aptas para el acceso y registro de los datos primarios, la distancia  
de determinadas cuestiones de la etnografía tradicional, y exige por parte de los  
investigadores la construcción de saberes y técnicas metodológicas apropiadas para  
garantizar seguridad a los involucrados en el procesos de investigación, en el que  
están presentes “profundos dilemas, tanto morales como éticos”, en cuya resolución  
primaron lo situacional (Rodgers, 2004).  
Las experiencias de otros etnógrafos, que desarrollaron sus trabajos en  
contextos y temáticas similares contribuyeron a resolver estas cuestiones, tal  
como el desarrollado por Espinosa (2009), en Colombia, en un territorio ocupado  
por varios grupos armados, en donde explica que durante sus visitas de campo y  
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recorridos no compartió con todos los actores su investigación, ni su condición de  
tal, explicando que “las condiciones de mi trabajo implican el desarrollo de este bajo  
un escenario de guerra, por lo tanto máxima prudencia ha de observarse. Suficiente  
con presentarme ante el ejército y la guerrilla como alguien que visita a amigos.  
Eso sí, algunas personas y familias, sabían de mis propósitos en La Macarena”  
(
Espinosa, 2009).  
En similar sentido, en muchas de las visitas de campo realizadas en esta  
pesquisa, sólo escasas personas conocían la finalidad investigativa, y para las  
demás, si fuese necesario, se explicaba la presencia como visita a amigos, a colegas  
o con fines académicos, sin entrar en mayores detalles, aunque ciertamente siempre  
existía la conciencia que la visita de un extraño llama la atención, y que los canales  
de comunicación existentes entre los distintos actores locales pueden exponer  
la actividad indagadora. Por eso, se dejaba claro, y se repetía a cada uno de los  
entrevistados, las diferencias y alcances de una investigación académica, que está  
interesado en las dinámicas delictivas, las percepciones sobre ellas, sus narrativas,  
y no en las responsabilidades personales, así como la carencia de un juicio de valor  
sobre las distintas actividades.  
Hallazgos y discusión  
Es probable que el Primer Comando de la Capital (PCC) sea el mayor grupo  
armado ilegal o criminal que opera en Paraguay, por la cantidad de personas,  
infraestructura, capital y armas que moviliza, y así como el volumen de dinero  
que genera las actividades en las que está involucrado. El PCC es una compleja  
estructura criminal paulista, nacida a principios de los años 90, en una penitenciaría  
estatal del interior del estado, diseminado actualmente en presidios de los 27 estados  
del Brasil, algunas bajo su control, imponiendo sus reglas tanto fuera como dentro  
de los muros, que tiene como uno de sus principales objetivos “el progreso material  
de sus miembros, a través del crimen” (Feltrán, 2018, p. 81), bajo el lema de paz,  
justicia, libertad, igualdad y unión, entre los criminales, porque la guerra es contra  
el sistema estatal (Biondi, 2018; Dias y Paes, 2018; Feltrán, 2018).  
Sin embargo, “no se puede afirmar con precisión la fecha y las circunstancias  
de surgimiento del PCC”, ya que “recogí diferentes versiones sobre su fundación:  
que habría ocurrido en 1989, en Araraquara; que se originó de otros grupos de  
presos llamados Serpiente Negra o Guerreros de David; o que su origen se dio en  
un partido de fútbol” (Biondi, 2018, p. 85). De todos modos, el establecimiento de  
su fecha de fundación, el 31 de agosto de 1993, durante un juego de fútbol entre el  
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Comando Caipira (Campesino) y el Primer Comando de la Capital, en el Anexo de  
la Casa de Custodia y Tratamiento Taubaté, se habría difundido tras la publicación,  
en 2004, del libro Cobras y Lagartos de Jozino (Biondi, 2018).  
Según estimaciones del Ministerio Público brasileño, en 2018, el PCC tendría  
más de 30 mil integrantes bautizados en todos los estados de la Federación; y al  
menos otros dos millones de hombres, mujeres, adolescentes, bautizados o no,  
son funcionarios de bajo escalón de los mercados ilegales en el Brasil y están  
involucrados con el Comando en los barrios populares, calles y favelas de todo  
el país (Feltrán, 2018, p. 17; 91), aunque sea difícil confirmar estos datos porque  
pueden existir presos citados en las acusaciones que no sean hermanos, y otros que  
no aparecen (Feltrán, 2018, p. 91).  
Nació y se fortaleció en los presidios con un discurso de reivindicación  
de derechos de los presos por las malas condiciones de cumplimiento; pronto  
extendió sus dominios en los barrios de donde provienen o habitan sus miembros,  
las quebradas, y en los países de producción de la principal materia prima de su  
negocio: la cocaína y la marihuana, principalmente, Paraguay y Bolivia.  
ApesardelasconstantesdetencionesdemiembrosylíderesdelPCC,aislamientos,  
traslados, e incomunicación de los que ya están en prisión, desbaratamientos de sus  
planes criminales, intersección de llamadas y cargas, el Partido del Crimen crece en  
influencia y miembros. A 25 años de nacimiento tiene al menos 30 mil bautizados, y  
moviliza a otras dos millones de personas (Feltran, 2018).  
Cuando en 2001, las autoridades paulistas habían manifestado que acabaron  
con la banda, traslado y aislado a sus principales líderes, realizaron el mayor motín  
de la historia brasilera, movilizando a unos 18 mil presos, y manteniendo de rehén a  
más de 10 mil personas, sin que ninguna sufra lesiones. Ese día fue la fecha en que  
el PCC se presentó a la sociedad brasileña, “con un mega motín en 29 presidios, en  
19 ciudades del Estado de San Pablo, siendo la mayor rebelión de la historia del país.  
Conectados por una red de teléfonos celulares, precisaron solo treinta minutos para  
asumir el control de la situación” (Jelin, 2016).  
Una de las claves de este crecimiento y poder es su forma descentralizada de  
organización, donde no existe un liderazgo vertical imponiendo reglas, ni dictando  
órdenes, sino que las decisiones son tomadas de manera consensuada, debatida en  
las distintas sintonías o células. La sintonía es la forma de organización de la facción,  
donde cada una de ellas actúan de manera interdependiente, pero autónoma, en  
relación unas con otras, y roles bien específicos. Las responsabilizadas se ejercen  
en ellas por reconocimiento de los hermanos, y para estar al servicio del Comando.  
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Precisamente, para Feltrán (2018) uno de los motivos del fracaso de la lucha contra  
el PCC es verlo como una organización jerárquica, de tipo militar, cuando es de tipo  
fraternal, igualitaria, y de sociedad secreta (Biondi, 2018; Feltrán, 2018).  
Entre las distintas sintonías que existen, la Sintonía General Final es la de  
mayor responsabilidad, que cuida de los asuntos vedados a la de los Estados y Países.  
Existe una Sintonía de los Estados y Países, que se encarga de los asuntos fuera de  
San Pablo y Brasil. En el Estado de San Pablo existen sintonías por zonas, como las  
del Este, Centro, Sur, y Norte. Otras sintonías son: del Sistema, encargada de los  
asuntos de las cárceles; del Progreso, que maneja los asuntos financieros, recauda  
dinero, y organiza actividades para tal efecto; de las Corbatas, que provee asistencia  
jurídica a las hermanos; Restricta, encargado de la inteligencia para el PCC; de la  
Calle, que administra los territorios donde está presente el PCC; de Catastro, que  
lleva el registro de los bautizados, excluidos; del comercio de marihuana, del 100%  
(
2
cocaína), de las bocas de fumo (lugares de distribución), entre otras (Dias y Paes,  
018; Feltrán, 2018)  
Debido a esta complejidad, Feltrán (2018) sostiene que no vale la pena intentar  
determinar cuál es el organigrama más preciso de la facción, ya que no se trata de  
una estructura de mando, como los organigramas suponen. Tal como ocurre en  
las sociedades secretas tradicionales, como la mazonería, un hermano del PCC,  
recién bautizado, sólo tendrá acceso a informaciones necesarias para su posición y  
responsabilidad (Feltrán, 2018).  
El PCC en Paraguay  
Al menos desde 2008, el PCC tenía la intención de fortalecer su presencia en  
Paraguay para disminuir los costos de las drogas que venden en Brasil, eliminando  
la ganancia de los intermediarios. Pero no fue sino hasta 2010, que a través de un  
1
salve de fortalecimiento , anunció a sus miembros el Proyecto Paraguay, que tiene  
como objetivo ampliar su presencia en el país (Dias & Paes, 2018, p. 46). Seis años  
después, “el PCC es el nuevo rey de la frontera” (Christino & Tognolli, 2017, p. 236).  
Ciertamente, conforme a los hallazgos de esta investigación, el PCC controla gran  
parte de los negocios en los territorios que estaban bajo dominio de Rafaat, desde  
dentro y fuera de la prisión.  
1
Las salves son comunicaciones oficiales en las que se imparten órdenes o recomendaciones, provenientes de los líderes, que  
todo miembro está obligado a cumplir o contribuir a su logro.  
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El salve tenía como propósito “concientizar a todos para la conquista de la  
paz, justicia, libertad e igualdad, pues todos están en territorio hostil, y precisan  
de bastante seriedad, responsabilidad y dedicación en la lucha contra las injusticias  
y las opresiones, que el objetivo no es ser dueño de la frontera y de las demás  
regiones del país, ni tampoco el poder absoluto, es, sin embargo, dentro lo que es  
cierto, correcto y justo, conquistar, y espera que el derramamiento de sangre se  
acabe” (Dias & Paes, 2018, p. 46).  
De esta manera, el PCC pasaría a tener presencia institucional en el país, ya  
que una de las particularidades de la organización es que sus miembros pueden  
actuar por cuenta propia, pero también como órganos o representantes del Partido  
del Crimen o de la Familia, otras denominaciones que recibe el PCC.  
La decisión se adoptó tras una auditoría a la gestión de Capilo, Antonio Carlos  
Caballero, que por lo menos desde 2008 actuaba como proveedor de armas, cocaína y  
marihuana del PCC. Si bien fue bautizado y durante mucho tiempo se presentó como  
embajador del PCC en Paraguay, no tenía la confianza de la cúpula, ya que existía  
sospecha que utilizada al Partido para lucrar, más allá de lo permitido. Finalmente  
se comprobaron estas dudas, fue juzgado y expulsado de la organización, en 2011  
(
Dias & Paes, 2018).  
Es así que, entre 2014 y 2015, el PCC intensificó su presencia en territorio  
paraguayo, sobre todo en las ciudades próximas a la frontera con Brasil, aunque su  
sede principal es Pedro Juan Caballero. Para el efecto, la misma Sintonía General  
Final comisionó a importantes hombres del mundo del crimen paulista para  
fortalecer su presencia en Paraguay.  
La presencia de estos representantes es conocida en Pedro Juan Caballero,  
tanto por autoridades del sistema judicial, policial, como por comunicadores. Sin  
embargo, no se habla públicamente de los mismos. Aún en las entrevistas, bajaban  
la voz cuando se referían a algunas de estas personas, siempre refiriéndose a las  
mismas por sus apodos o expresiones eufemísticas como −esa gente−, como si  
el pronunciar sus nombres les pondría en peligro. Otro de los recursos utilizado  
por los entrevistados era sostener que todo el mundo los conoce, que ni hace falta  
nombrarlos.  
En 2018, el PCC ya estaba operando desde Asunción. Varios testimonios  
recogidos para esta investigación confirman que cumplió con su objetivo inicial  
de eliminar a los intermediarios en la producción de la marihuana, tratando  
directamente con los productores, o financiando cultivos en Canindeyú, y Amambay,  
principalmente, y la franja del Departamento de San Pedro que linda con estos,  
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especialmente, los distritos de General Resquín, San Vicente, y Nueva Germania.  
Una persona que trabajó para ellos, y era tratado como primo por sus  
integrantes manifestó:  
A ellos no les gusta la vida del campo… no les gusta estar en la zona de  
producción. Entonces tienen a un letradito con ellos, es alguien que conoce la zona,  
que conoce a los policías, que tiene contacto en la zona, y con ese coordinan todo…  
Ese letradito trabaja para ellos. Ellos se instalan en los centros urbanos más cercanos  
a la zona de producción...  
Con relación a la reducción de los costos de producción, otro testimonio indica  
lo siguiente:  
Es mucho lo que se ahorra cuando ya se financia desde la producción. El  
esquema es el siguiente. El patrón te dice, necesito 10 mil kilos para esta temporada.  
Entonces ya te vas junto al productor, organizás el cultivo y le financiás todo durante  
ese tiempo. Le tenés que mantener al productor. Cuando está la cosecha, retirás tu  
parte y le pagas a 50 mil guaraníes el kilo (unos 9 USD), por decirte. Sin embargo,  
si vas a comprar en la frontera ya te sale a 150 o a 200 mil guaraníes (entre 25 y 35  
USD). Es mucha la diferencia.  
Están ya en todas las cárceles  
El origen del PCC está en el sistema penitenciario (Amorim, 2018; Biondi,  
2018; Feltran, 2018; Dias & Paes, 2018) y es actualmente uno de los principales  
escenarios de la gestión de sus negocios, por lo que el control de determinados  
espacios dentro de las cárceles, sino de toda la unidad, y/o la ascendencia sobre otros  
internos, funcionarios y autoridades es central para la realización de sus propósitos.  
Las malas condiciones penitenciarias, tanto al tiempo de su surgimiento en  
el contexto brasileño, como actualmente en las cárceles paraguayas, donde van  
adquiriendo cada vez más poder, es fundamental para dar sustento y contenido a  
sus discursos para la adhesión de nuevos miembros, ya que reivindican derechos  
fundamentales de los internos.  
De este modo, los abusos físicos y psicológicos por parte de los funcionarios  
de prisiones; las carencias en infraestructura, formación y cantidad de recursos  
humanos; la violencia entre internos; la corrupción institucionalizada y  
normalizada; la falta de alimentos de calidad, medicamentos, artículos de limpieza,  
colchones, ropas de cama, y otras deficiencias institucionales son aprovechadas  
por el “Comando, Crime, Partido, Quince o Familia” (Biondi, 2018, p. 30) para ir  
adquiriendo poder con la suma de nuevos simpatizantes o miembros.  
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En este momento están en todas las cárceles. Sólo en Esperanza lo que no están.  
No son muchos. Sabemos casi todo quienes son. Los asalta cajeros ya están  
todo bautizados. Ellos buscan a gente que hace tiempo ya está en el sistema  
penitenciario, los reincidentes. Los que están por robo agravado; por tráfico… y  
les bautiza” . “Yo no soy bandido, por eso no me bauticé… muchos anduvieron  
detrás de mí, pero no quise. Vos sabés que si entrás ya no podés salir.  
Tal como afirma el director de una penitenciaría, utilizado como título de este  
apartado y transcripto en el párrafo anterior, actualmente, el PCC está presente en  
prácticamente todas las penitenciarías masculinas del país e incorporó en estos años  
a varios paraguayos. Un registro de la Policía Nacional al que se tuvo acceso cifra  
en poco más de 250 el número de bautizados en el sistema penitenciario nacional.  
También existen algunas mujeres, pero no serían más de 20, distribuidas en al  
menos cinco penitenciarías.  
En algunas penitenciarías, el PCC participa del cogobierno de distintas  
maneras. El relato de un director da cuenta de una de las formas:  
Cuando tengo problemas con algunos de sus miembros, yo hablo directamente  
con el padrino y él se encarga de poner orden. Muchas veces, los paraguayos intentan  
abusar de que son PCC y arman quilombo… en esos casos hablo directamente con  
el jefe y se tranquiliza todo…  
También se registró la contribución de miembros del PCC a economía  
Penitenciaría a través de la compra de víveres para los demás internos.  
Producción, transporte y distribución  
La presencia efectiva del PCC, tanto como persona jurídica, como a través  
de la actuación individual de sus miembros, en las principales zonas de producción  
de la marihuana como Amambay, San Pedro y Canindeyú, y la utilización del  
territorio paraguayo para la coordinación del ingreso de armas; así como para el  
de la cocaína proveniente de la zona andina y Colombia, y su posterior ingreso al  
Brasil, da cuenta que opera activamente en toda la cadena de producción y venta.  
De esta manera logró disminuir el costo de su producto en los centros de  
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que aprueba la convención de las naciones unidas contra la delincuencia organizada transnacional.  
Que aprueba el protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas especialmente mujeres y niños que  
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complementa la convención de las naciones unidas contra la delincuencia organizada transnacional.  
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Que aprueba el protocolo contra la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego, sus piezas y componentes y municiones,  
que complementa la convención de las naciones unidas contra la delincuencia organizada transnacional.  
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Que aprueba el protocolo contra el tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y aire, que complementa la convención de las  
naciones unidas contra la delincuencia organizada transnacional  
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consumobrasileros,ygeneramásrentaenlasventasalosmercadosextraamericanos,  
obteniendo ventajas con relación a los demás distribuidores y vendedores, ya que,  
entre otras cosas, debido al tamaño del mercado brasileño, no monopolizan la venta  
de drogas.  
Si bien existen quienes sostienen que tienen el monopolio de la venta de drogas  
en San Pablo, Feltran (2018) no comparte esta hipótesis, ya que documentó que el  
tráfico dirigido a las clases medias y élites no están reguladas por la facción. En las  
periferias existen puntos de ventas que no están operados por hermanos bautizados.  
El mercado es grande, transnacional, y muy diversificado y difícil de monopolizar.  
Una cosa es la hegemonía política y otro el monopolio económico, razona.  
Si bien participa de todo este proceso de producción de la marihuana, el PCC  
está lejos de monopolizar el negocio del narcotráfico.  
“Al contrario de lo que la mayoría de los reportajes e investigaciones han  
manifestado en los últimos años, el PCC no monopoliza económicamente el  
comercio de las drogas, ni el mercado de los autos robados, autopiezas, robos y  
asaltos especializados en San Pablo, y menos aún en Brasil” (Feltrán, 2018, p. 83).  
Similar situación se repite en el caso paraguayo, en donde si bien son uno  
de los actores principales en el negocio de las drogas, no tienen el control de la  
actividad. Junto con el PCC siguen operando clanes familiares y otros patrones y  
emprendedores paraguayos que producen tanto para el marcado brasileño, como  
argentino, chileno y boliviano.  
Cocaína andina y armas  
Paraguay es la ruta que siguen la cocaína y la pasta base andinas que ingresan  
al Brasil. La inexistencia de un radar para el control del espacio aéreo es un facilitador  
de esta modalidad delictiva. Así mismo, armas importadas legalmente en Paraguay,  
y otras compradas en Argentina, Bolivia o Colombia, pasan por territorio local  
antes de parar en manos de las facciones brasileñas.  
El PCC es uno de los principales operadores de esta ruta para estos productos,  
tanto por vía terrestre como aérea, llevándolo al interior de San Pablo o hasta el  
nordeste, en estados como Fortaleza; y desde sus puertos, a Europa, Oriente medio,  
Rusia, entre otros destinos transcontinentales.  
Los departamentos de Concepción, San Pedro y Amambay son los principales  
lugares de llegada de la cocaína andina y desde allí ingresan por Saltos del Guairá,  
Pedro Juan Caballero y Capitán Bado al mercado brasileño. En los últimos años  
se está explorando la ruta Asunción-Saltos del Guairá, con aterrizajes en el  
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Departamento Central, y luego, por las rutas 3 y 10, respectivamente, a Saltos del  
Guairá.  
Algunos empresarios usan la ruta Amambay-Saltos del Guairá, con aterrizajes  
en Amambay, pero salidas por Saltos, usando las rutas 5, 3, y 10 para su ingreso al  
Brasil.  
Se registró que un transportador desde Asunción a Saltos del Guairá recibe  
aproximadamente dos mil dólares para la puesta en frontera de la mercadería,  
corriendo él mismo con los riesgos y gastos, en caso que tenga que pagar a efectivos  
policiales a lo largo del trayecto, así como en los casos de detención policial o fiscal.  
Yo voy y contrato en Asunción. Como todo en el negocio es de palabras. Pero  
sabe lo que le va a pasar si no hace llegar la mercadería”, relató un intermediario  
que trabaja para el PCC.  
En similar sentido actúan los que operan las otras rutas, que en ocasiones  
cuenta con cobertura policial.  
Reflexiones finales  
Este artículo es un análisis de la presencia y actuación del PCC en Paraguay a  
partir de datos primarios y observaciones de campo realizadas en Concepción, San  
Pedro, Amambay y Canindeyú, y sus impactos políticos y sociales. Los hallazgos  
indican que existe una presencia cada vez más fuerte del Primer Comando de la Capital  
(PCC), en territorio paraguayo, operando distintos negocios y rutas de marihuana,  
cocaína y armas con destino al mercado brasileño, e impactando en el sistema de  
justicia, especialmente el carcelario, y en el cotidiano de pobladores de varias ciudades  
y comunidades, particularmente en el noroeste de la Región Oriental del país.  
La fragilidad institucional, la corrupción, la cultura de irrespeto a la ley, la  
naturalización de las actividades ilegales, principalmente en algunas ciudades y  
pueblosdelazonafronteriza;lapermeabilidaddelafrontera, asícomolainexistencia  
de radares de monitoreo del espacio aéreo son algunos facilitadores de la presencia  
del crimen organizado en el país.  
En el caso del PCC, el aumento de su existencia y operaciones en Paraguay,  
se debe, entre otros factores, a la intención de desplazar a la intermediación en la  
compra de la marihuana, con la finalidad de disminuir el precio en destino final,  
para lo cual buscan controlar toda la cadena comercial, es decir, cultivo, traslado y  
venta en minorista en los barrios y comunidades paulistas, en particular, y brasileño,  
en general.  
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La muerte de Rafaat, en junio de 2015, implicó el quiebre de su monopolio  
comercial fronterizo y el inicio de una disputa cada vez más fuerte por el vacío de  
poder generado, en el que el PCC es el que está consolidándose como regulador de  
los negocios ilícitos con destino al Brasil, provocando muertes en otras facciones o  
grupos que podrían poner en disputa su liderazgo. Entre finales de 2018 y mediados  
de 2019, los que estuvieron vinculados a Jarvis, más conocido en el ambiente, −  
como gente de Pavâo− son los que están sufriendo la mayor cantidad de bajas. A  
septiembre de 2019, la muerte por sicariato en Amambay superó los cien asesinatos.  
Mientras, las institucionalidad de la república se ve resentida, ya que actúan  
como si el poder estatal no existiese o utilizando la colaboración de agentes  
deshonestos para lograr impunidad o impedir el éxito de los operativos, cada vez  
más centralizados desde Asunción para evitar filtraciones, generando igualmente,  
temor y desconfianza entre los operadores de justicia, y de la población hacia las  
autoridades legítimamente constituidas.  
Finalmente, la persecución penal que ha venido incrementándose es  
deslegitimado socialmente ante la ausencia de intervención de otros órganos  
estatales que deberían fortalecer mecanismos de inclusión social y generación de  
rentas de manera lícita, ya que la sola presencia penal genera pérdidas económicas  
y paraliza el movimiento comercial de varias ciudades, muy dependientes de los  
negocios ilícitos.  
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